Un conflicto permanente, sin salida: desde Gaza hasta Cisjordania, el proyecto sionista enfrenta su crisis más profunda
Tribalismo étnico-religioso, degeneración colonial, pérdida de disuasión, aislamiento internacional: Giacomo Gabellini analiza las dinámicas que están socavando la estabilidad de Israel. Desde la ilusión de supremacía hasta la catástrofe anunciada, pasando por el uso instrumental del "caos controlado" en Oriente Medio, la Operación Inundación de Al-Aqsa, lanzada por Hamás el 7 de octubre de 2023, no ha hecho más que acelerar un proceso de implosión ya en marcha. En la conclusión de su último libro, "Scricchiolio - Los frágiles cimientos de Israel", el analista argumenta que el destino del Estado judío no está marcado por la fuerza de sus enemigos, sino por la ceguera estratégica de sus líderes
En 2012, Henry Kissinger le confesó a un periodista que, en su opinión, «en 10 años, Israel dejará de existir» 1 . Una predicción sorprendente, probablemente surgida de algunas de las evaluaciones contenidas en un informe contemporáneo del máximo órgano que coordina las actividades de las 16 agencias de inteligencia estadounidenses.
El documento argumentaba que «el liderazgo israelí, con su creciente apoyo a los 700.000 colonos en Cisjordania, está perdiendo el contacto con las realidades políticas, militares y económicas de Oriente Medio» 2. El informe continuaba explicando que «la coalición Likud es profundamente cómplice, pues está influenciada por el poder político y financiero de los colonos, y se enfrentará a conflictos internos de creciente intensidad».
En consecuencia, «en un contexto marcado por el “despertar islámico”, el ascenso de Irán y el declive hegemónico de Estados Unidos, el compromiso estadounidense hacia Israel se está volviendo imposible de sostener y conciliar con políticas coherentes con la protección de los intereses nacionales fundamentales, que incluyen la normalización de las relaciones con los 57 países islámicos».
El informe continuaba afirmando explícitamente que «Israel está interfiriendo gravemente en los asuntos internos de Estados Unidos». El resultado: «El gobierno estadounidense ya no cuenta con los recursos materiales ni el apoyo público para seguir financiando a Israel. Los miles de millones de dólares en subsidios directos e indirectos otorgados a Israel desde 1967 se ven cada vez más cuestionados por los contribuyentes estadounidenses que se oponen a la continua intervención militar estadounidense en Oriente Medio».
También porque «la infraestructura segregacionista de la ocupación israelí, evidenciada por la discriminación legalizada y unos sistemas de justicia cada vez más separados y desiguales, ya no debe ser financiada por los contribuyentes estadounidenses ni ignorada por el gobierno estadounidense». Conclusión final: «Israel no puede salvarse, como tampoco pudo salvarse la Sudáfrica del apartheid». Cabe destacar que el estudio se titulaba «Preparándose para un Oriente Medio post-Israel».